Si no te sientes amado por alguien a quien amas, ten ánimo en la historia de Lea en Génesis.
Jacob, el marido de Lea, no la amaba. De hecho, lo que es aún peor, él amaba a su hermana, Rachel. Lea nombró a sus primeros tres hijos con la esperanza y el deseo de que su esposo la amara, pensando que si ella le daba hijos, él la amaría. A su primer hijo lo llamó Rubén, que significa “Mira, un hijo”, y dijo: “Ahora mi esposo me amará”. A su segundo hijo lo llamó Simeón, que significa “el que escucha”, porque sintió que el Señor escuchó su oración para que Jacob la amara. A su tercer hijo lo llamó "Levi", que significa "unidos", porque creía que esta vez su marido finalmente se uniría a ella.
Cuando tuvo su cuarto hijo, lo llamó Judá, que significa "alabado sea Dios". Finalmente dejó de intentar que Jacob la amara y, en cambio, se dejó llevar y dejó que Dios tomara el control. No es coincidencia que Jesús naciera del linaje de Judá.
Algunas personas aman a los demás como saben amar, y el amado simplemente no se da cuenta. Un padre puede amar a su hija a través de actos de servicio en lugar de palabras de afirmación o tiempo de calidad.
Puede que los demás simplemente no te quieran, pero eso no significa que no seas digno de ser amado.
Eres elegido por Dios por una razón que sólo tú puedes conocer. No esperes que alguien más te dé el amor que Dios Padre ya te ha dado.